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Análisis

El Oro, ante una nueva etapa como clase de activo por derecho propio

El oro ha subido un 50% en un año y es posible que no se detenga ahí su revalorización. Por ello, parece inevitable que los inversores empiecen a comprar más. 

Además, la guerra comercial de Trump provocará más ganancias para el metal precioso. 

Hace un año, el precio del oro mostraba signos de salir del relativo estancamiento que había marcado los años anteriores. Por aquel entonces, la subida en su cotización venía impulsada porque algunos de los mayores bancos centrales del mundo estaban intensificando sus compras del metal precioso. En este sentido, puede ser conveniente que los inversores de a pie piensen igual que los bancos centrales e incorporen un pequeño porcentaje de oro en sus carteras de inversión. 

El oro ha doblado su cotización en apenas un año, reportando réditos tanto al inversor en oro físico como en fondos de inversión de oro e instrumentos cuya rentabilidad replica el precio del metal.  

Las dinámicas que impulsaron la subida del oro siguen aun claramente vigentes

El mercado del oro se ha visto impulsado por dinámicas que tuvieron lugar el año pasado y también en 2023, y que probablemente se reforzarán aún más. En concreto, nos referimos a la desaparición de la correlación histórica entre el oro y los tipos de interés (reales, ajustados a la inflación). 

Esa dinámica ha desaparecido [porque los tipos de interés han subido en sincronía con el oro, que ha subido aún más]. El deseo, predominantemente por parte de los bancos centrales, de comprar más oro para diversificar sus reservas ha sido el factor más importante que ha impulsado el oro al alza. Los bancos centrales compran oro para reducir la dependencia de las reservas de dólar y de los títulos de deuda en un contexto de mayor incertidumbre. Es una señal de que, en tiempos de incertidumbre, los bancos centrales quieren diversificar sus reservas. Y es probable que el patrón se mantenga hasta que tengamos una alternativa. 

El oro es un activo líquido y tangible y sabemos que, históricamente, su valor ha estado fuertemente ligado a la evolución de los tipos de interés (en última instancia, a la cantidad de dinero en circulación). A veces vemos épocas en las que el precio del oro no sigue inmediatamente el ritmo de crecimiento de la masa monetaria, pero lo que vemos es que, incluso con retraso, siempre recupera ese «terreno». 

Un metal escaso

La idea de un patrón oro es muy difícil de conseguir, porque sencillamente no hay suficiente oro en el mundo. Si se acumulara todo el oro extraído en la historia de la humanidad, sólo ocuparía el espacio de tres piscinas olímpicas. De hecho, incluso cuando el patrón oro era la norma, los bancos centrales sólo tenían alrededor del 20% de sus reservas en oro. La producción aumentará a medida que el precio se mantenga en estos niveles o suba. Las empresas auríferas obtendrán muchos beneficios, intentarán extraer más oro, pero la realidad es que el oro es caro por una razón: no existe mucho oro.

Durante varios años, el oro no ha gustado nada a los inversores, ya que otros activos, como el Bitcoin y las acciones, han cobrado protagonismo. Sin embargo, la revalorización del oro es ahora demasiado importante como para ignorarla. Si nos fijamos en los últimos cinco años, vemos que ha obtenido una tasa de rentabilidad anualizada de entre el 8% y el 10%, tanto en euros como en dólares.  

Es inevitable que los inversores empiecen a comprar más oro ante un escenario de corrección en los mercados bursátiles o un deterioro de la actividad económica mundial: ese panorama adverso llevará a más inversores a buscar refugio en el metal precioso, aumentando aún más la competencia por comprarlo, ya que, como comentábamos, es un activo muy escaso y, por tanto, valioso. 

¿Desglobalización, aranceles y proteccionismo? «El oro será un gran beneficiado»

Trump podría aplicar aranceles a las propias importaciones de oro, hipótesis que en sí misma está provocando una subida del precio del oro, con personas y entidades que intentan trasladar oro a Estados Unidos antes de que se puedan aplicar dichos aranceles. Pero esto ocurre con el oro y con otros metales. Es una cuestión logística.  

Acciones y bonos de empresas mineras, una oportunidad 

Invertir en oro es cada vez más accesible.  En nuestra opinión, más allá de que los bancos centrales sigan comprando oro, creemos que los inversores mundiales se sentirán cada vez más atraídos por la revalorización de los últimos años, e intentarán comprar más por lo que comentábamos que puede ser un activo refugio en tiempos de volatilidad y también porque, por ejemplo, las empresas mineras de oro tienen unos márgenes extraordinarios. Ahora mismo estas compañías tienen un incentivo para aumentar la producción, dado el nivel de precios existente, lo que significa que los márgenes de explotación nunca han sido tan buenos. Es cierto que estas empresas tienen que hacer frente a costes más elevados, pero están haciendo un trabajo muy bueno. Y no creemos que las acciones de estas empresas reflejen aún esta mejora de la rentabilidad. Probablemente tendríamos que ver al menos un aumento del 50% en el valor global de las empresas mineras de oro antes de que pudiéramos decir que han tocado techo y están de vuelta a donde estaban en 2020 en relación con el precio del oro. 

Existe una correlación natural entre el precio del oro y el de las acciones de estas empresas, que también han subido en bolsa. Pero en los últimos años han tenido, en general, malos resultados, sobre todo durante los años de la pandemia, teniendo que soportar el aumento de los costes y hacer frente a la escasez de mano de obra, especialmente como consecuencia de las limitaciones impuestas por la gestión de la pandemia. Ahora estamos en un entorno más normalizado, los precios del oro están subiendo y los costes siguen aumentando, pero no tanto como antes. Además, son empresas relativamente bien gestionadas. El problema es que, incluso con estos márgenes, estas empresas no podrán producir grandes cantidades de oro, porque, de nuevo, no hay que olvidar que es un material escaso. 

El oro como elemento clave en las carteras

Estamos en una época en la que tenemos que pensar en el oro como una clase de activo por derecho propio, es decir, debemos ganar exposición al oro a través de varios tipos de inversiones. Porque habrá momentos en los que el precio del oro se comporte mejor que las acciones de las empresas que lo extraen y producen, como vimos en 2020. Pero también hemos tenido fases en las que las acciones de este sector han subido más que el oro. Y no sólo las acciones: estas empresas también emiten bonos, que también es otra área que tiene sentido considerar en esta fase de subida del precio del oro. 

Tiene sentido tener una exposición al oro dividida, por ejemplo, al 50% entre empresas auríferas (acciones y bonos) y el resto en oro físico o instrumentos que reproduzcan la rentabilidad del oro, como los ETC, que tienen unos costes de transacción muy bajos [los ETC son ETFs pero para materias primas y metales negociables]. Invertir en oro es ahora mucho más fácil gracias a los avances tecnológicos.

Cuando hablamos de oro, hablamos de un activo tangible. Una empresa, en cambio, tiene activos tangibles, pero, en realidad, la evaluación que se hace del valor de esa empresa es una proyección de sus flujos de caja futuros, sus beneficios, costes etc. El oro no tiene eso, no tiene rentabilidad. Es una propuesta totalmente diferente, porque la naturaleza del oro es la de un activo físico -la expectativa es que a medida que aumenta la inflación, los ingresos de las personas aumentan y el sistema monetario se hace más grande, el valor de este activo físico también aumenta.

 

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