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Análisis

Impacto de EE.UU. en la deuda de los mercados emergentes en 2025

En el horizonte de 2025, el contexto macroeconómico, en teoría, sienta las bases para un entorno favorable en los mercados emergentes, especialmente si se tiene en cuenta que la persistente desinflación debería permitir a la mayoría de los principales bancos centrales relajar los tipos a lo largo del año. Sin embargo, la administración estadounidense entrante plantea varios riesgos para los mercados emergentes. 

El presidente Trump ha hecho cuatro propuestas clave de política económica: aumentar los aranceles (una amenaza del 60% sobre China y del 10-20% sobre el resto del mundo), reducir o revertir la inmigración, disminuir los impuestos (una extensión de los recortes de impuestos de 2017 y una reducción del impuesto de sociedades son probables) y reducir la regulación (principalmente en las industrias energética y financiera).

Estas políticas plantean dificultades a los mercados emergentes. Sin embargo, la política estadounidense es ahora muy impredecible, y la realidad podría no ser tan contundente como se esbozó durante la campaña, especialmente en materia de aranceles. Durante el primer mandato de Trump en 2016, por ejemplo, la atención se centró inicialmente en la política fiscal más que en la comercial y, si esto volviera a ocurrir una vez más, sería más positivo que negativo para algunos mercados emergentes.

Tipos de interés mundiales y locales

Tanto la política fiscal expansiva de EE.UU. como los aranceles podrían presionar al alza la inflación estadounidense. La reducción de impuestos sin una disminución del gasto estimula la demanda global de la economía, lo que generalmente eleva los precios (a menos que aumente también la oferta) y puede dar lugar a un aumento de los salarios. 

Los aranceles, por su parte, provocan directamente un aumento de la inflación interna en EE.UU. al elevar el coste de los bienes importados. Estos aranceles también pueden reducir la competencia extranjera, dando a los productores nacionales más recorrido para subir ellos mismos los precios, exacerbando las presiones inflacionistas. Que esto se traduzca en una inflación sostenida dependerá de la respuesta de la Reserva Federal a esta perturbación del nivel de precios.

En el caso de una Reserva Federal de línea dura, esto podría presionar a algunos bancos centrales de los mercados emergentes a mantener tipos de interés más altos a nivel nacional.

Estos riesgos son mayores en los países emergentes con mayores vulnerabilidades, en particular los que tienen una inflación elevada o persistente y escasa estabilidad exterior. Los bancos centrales de estos países podrían recortar menos los tipos o incluso subirlos, en función del alcance de los movimientos de los tipos de cambio. Brasil, por ejemplo, ya se ha visto obligado a empezar a subir los tipos en respuesta a la debilidad de su moneda y a la preocupación del mercado por su situación fiscal. 

En los países emergentes fundamentalmente más fuertes, incluidos muchos de Asia, los bancos centrales se han mostrado más confiados en adelantarse a la Reserva Federal debido a la ausencia de presiones sistémicas sobre los sistemas financieros y al desarrollo de mercados locales más profundos y líquidos. Estos bancos centrales pueden dar prioridad a mitigar el impacto de los aranceles sobre el crecimiento adoptando la debilidad de los tipos de cambio y aplicando recortes de tipos. Esto es más probable si China acaba reduciendo los precios de exportación para mantener su cuota de ventas al exterior. Una conclusión importante de 2018/19 es que los aranceles tuvieron un efecto mínimo en la inflación de los mercados emergentes.

El dólar y las divisas emergentes

El dólar debería fortalecerse, al menos inicialmente, si EE.UU. impone aranceles adicionales y la política fiscal se vuelve más expansiva. Los aranceles tenderán a reducir la demanda estadounidense de bienes importados debido a su mayor coste, lo que contraerá directamente la demanda de esas divisas, que probablemente se debilitarán. Además, ese efecto tiende a aumentar a medida que los consumidores disponen de más tiempo para encontrar sustitutos y ajustar sus hábitos de consumo.

A largo plazo, sin embargo, los aranceles podrían reducir las perspectivas de crecimiento en EE.UU., lo que tendería a debilitar el dólar. Del mismo modo, un programa de política fiscal expansiva podría aumentar las expectativas de crecimiento estadounidense. y atraer flujos de capital hacia ese país, impulsando así el dólar, pero a largo plazo, una mayor deuda de EE.UU. en relación con el PIB podría presionar al dólar en sentido contrario. Tenga en cuenta que una política económica más errática e impredecible probablemente tendrá efectos opuestos sobre el dólar.

Por ejemplo, Trump ha comentado públicamente que EE. UU. tiene un «gran problema monetario» y que la fortaleza del dólar ha perjudicado la competitividad del país.

El impacto de los aranceles también variaría probablemente según el país. Durante la primera administración Trump, los mayores aumentos de los aranceles estadounidenses se aplicaron a China. Si bien esto condujo a una reducción significativa de la proporción de importaciones estadounidenses procedentes directamente del gigante asiático, el desvío de los flujos comerciales fuera de de este país benefició a algunos otros, en particular México y Vietnam, que vieron aumentar su cuota de importaciones estadounidenses.

Del mismo modo, países como Brasil pudieron ganar cuota de mercado en China después de que este país impusiera aranceles de represalia, dirigidos principalmente a productos agrícolas, a las importaciones procedentes de Estados Unidos. La posibilidad de que se repita el mismo patrón en una segunda administración dependerá de si China vuelve a ser el principal objetivo de los nuevos aranceles o si éstos se aplican de forma más generalizada, incluso a países con los que EE.UU. mantiene déficits comerciales bilaterales significativos, como México y Vietnam. México también es vulnerable a los posibles cambios de la política estadounidense en materia de inmigración. Cualquier efecto negativo sobre las remesas perjudicaría al crecimiento, a la balanza por cuenta corriente y, por ende, a la moneda.

Fundamentales en los Emergentes

Desde la anterior presidencia de Trump, los mercados emergentes han demostrado su capacidad de resiliencia, soportando dos guerras regionales y una pandemia. Las balanzas exteriores son por lo general fuertes fuera de algunos mercados frontera, mientras que la inflación se ha moderado sustancialmente desde los máximos de 2022 y sigue en general una tendencia a la baja en un contexto de políticas monetarias restrictivas.

Los indicadores fiscales suelen ser los puntos débiles, pero la mayoría de los principales mercados emergentes han alargado el perfil de vencimiento de su deuda y están emitiendo más ahora en moneda local. Muchos países emergentes también tienen margen para relajar los tipos y apoyar el crecimiento en caso necesario. China, en particular, podría aplicar una mayor relajación fiscal, compensando algunos de los obstáculos derivados del aumento de los aranceles.

Del mismo modo, los fundamentales empresariales de los mercados emergentes están en buena forma, especialmente en comparación con las compañías de los mercados desarrollados. Como resultado de haber soportado la pandemia con relativa eficacia, se encuentran en general en mejor posición que durante la mayor parte de la pasada década. Las elevadas tasas de impago observadas en las empresas emergentes en los últimos años se concentraron principalmente en áreas específicas, como el sector inmobiliario chino y las empresas afectadas por la guerra entre Rusia y Ucrania.

En general, aunque Trump podría representar un posible factor adverso para los mercados emergentes, la solidez de los fundamentales, el control de la inflación y la posibilidad de que el dólar se debilite a largo plazo dibujan un panorama favorable para los inversores en deuda de mercados emergentes.

 

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