Las reuniones de la Fed y el BCE apuntan a sendas divergentes
|La pasada semana, el presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, inauguró la temporada de 2025 para los principales bancos centrales. Además, cada vez que se le preguntaba por una política del presidente Trump, Powell se veía obligado a declararse inocente.
La Reserva Federal mantuvo los tipos y se contuvo en gran medida en sus palabras. Por el contrario, el Banco Central Europeo (BCE) puso en marcha un nuevo recorte de 25 puntos básicos y su presidenta, Christine Lagarde, se mostró más segura a la hora de continuar con el ciclo de recortes del BCE.
La reunión de la Fed, tal y como esperábamos, fue prácticamente un no-evento. Powell describió la política de la Fed como todavía restrictiva, pero como la economía se encontraba en un buen momento no había necesidad de «apresurarse a ajustar la política». De hecho, el dato de crecimiento anualizado del cuarto trimestre de EE.UU., publicado el miércoles, del 2.3%, vino acompañado de una cifra de consumo personal muy fuerte, del 4.2%. Mientras tanto, se prevé que la inflación subyacente estadounidense descienda sólo ligeramente hasta el 2.5% este año, desde el 2.8% de 2024, con algunas posibles presiones al alza derivadas de las políticas pendientes de la Casa Blanca. El mercado se ha mantenido en gran medida sin cambios después de la Fed y se siguen previendo dos recortes de tipos para este año en EE.UU., en línea con las proyecciones más recientes de la Fed de diciembre. Tanto la FED como el mercado seguirán dependiendo de los datos.
Lagarde pudo dibujar un panorama diferente al de su homólogo estadounidense. Declaró que el proceso de desinflación está «bien encauzado» y que, aunque los efectos de base de la energía pueden hacer que la inflación europea fluctúe este año, el objetivo del 2% se alcanzará en 2025 y va camino de lograrse de forma sostenible. Con una inflación de los bienes en Europa del 0.5%, ha sido la inflación de los servicios la que se ha quedado rezagada en el 4% como resultado, en gran medida, de la rigidez de los salarios. Pero la confianza se basa en que «todos los indicadores van a la baja», incluidas las vacantes, los indicadores salariales y las encuestas. Simultáneamente, aunque el BCE estimó en sus previsiones de diciembre que el crecimiento del PIB en 2025 sería del 1.1%, los riesgos a la baja de esta previsión han aumentado desde dicha evaluación; las cifras de crecimiento anualizado del cuarto trimestre europeo se situaron en el 0.0%, por debajo de la previsión del 0.2%, lo que confirma la continua relajación de la política monetaria.
Sin embargo, aunque la preocupación por el crecimiento europeo está justificada, Lagarde también esbozó algunas razones por las que podría existir un suelo. La primera es la resistencia continuada del mercado laboral, con un desempleo que se mantiene en mínimos históricos, lo que, unido a un crecimiento sólido de la renta real, debería seguir impulsando el consumo. El segundo es que las reservas de ahorro han aumentado drásticamente desde 2022, con una tasa de ahorro europea en torno al 15%, frente al 4.5% de EE.UU. Esto supondría un estímulo para el crecimiento si los consumidores empezaran a gastar parte de esas reservas. Por último, Lagarde aludió a la publicación más reciente de la oferta monetaria amplia, que no se nos había pasado por alto. En ella observamos una nueva aceleración de los préstamos a la economía real en Europa, con un aumento de 53.000 millones de euros de los préstamos a hogares y empresas sólo en diciembre, la cifra más alta registrada desde el inicio del ciclo alcista. Así pues, el mecanismo de transmisión parece estar funcionando o, como dijo Lagarde, los recortes anteriores «se están canalizando a través de la economía», aunque todavía queda trabajo por hacer.
La combinación de unos datos de inflación alentadores y un crecimiento lento significa que deberíamos seguir viendo recortes por parte del BCE en las próximas reuniones, y el destino aún parece lejano, ya que Lagarde admitió que es «totalmente prematuro» hablar de dónde se encuentra el tipo neutral (nuestra estimación es en torno al 2%).
Por lo que respecta al crédito, creemos que los inversores en Europa deberían seguir centrándose en el extremo de mayor calidad del espectro crediticio, dada la atonía del crecimiento y, especialmente, teniendo en cuenta la amenaza de los aranceles. Sin embargo, teniendo en cuenta que los recortes continuarán, que los fundamentales macroeconómicos sugieren un suelo y que el crédito europeo sigue ofreciendo una prima de diferencial sobre el estadounidense, creemos que el crédito europeo puede seguir rindiendo bien.
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