El planeta de plástico: Hacia un acuerdo mundial sobre la contaminación
|En marzo de 2022, 175 países alcanzaron un acuerdo histórico para crear, antes del 1 de diciembre de 2024, un tratado mundial contra el plástico ("Global Plastic Treaty"), jurídicamente vinculante y destinado a combatir la contaminación por plástico en todo el mundo. Sin embargo, los avances en los subsiguientes comités intergubernamental de negociación (INC, por sus siglas en inglés) han sido lentos. Sólo quedan dos sesiones del INC en 2024 antes de que el tratado entre en vigor a mediados de 2025, por lo que el resultado de la próxima sesión, que se celebrará del 23 al 29 de abril, será fundamental para dar forma a un tratado eficaz. Ahora que nuestro planeta se enfrenta a las nefastas consecuencias de la contaminación por plástico, es imperativo actuar con rapidez.
El plástico, parte integral de la vida moderna, ofrece numerosos beneficios, pero su proliferación incontrolada plantea amenazas importantes. Desde los plásticos de un solo uso que asfixian nuestros océanos hasta los microplásticos que se infiltran en nuestra cadena alimentaria, las consecuencias son innegables. Sorprendentemente, el 50% de todos los plásticos fabricados se han producido desde el año 2000, y las proyecciones indican que la producción actual se duplicará en 2050[1]. La mayor parte de los residuos plásticos, un asombroso 76%, acaba como basura medioambiental[2], y una parte sustancial contamina nuestros océanos, con un total de unos 10 millones de toneladas anuales[3]. Esta contaminación no sólo pone en peligro los ecosistemas y la fauna, sino también la salud humana por la liberación de sustancias químicas nocivas y su contribución negativa al cambio climático[4].
El tratado contra el plástico representa una oportunidad sin precedentes para gestionar la contaminación por plásticos, pero el éxito de su promulgación depende de la adopción de medidas decisivas, la cooperación mundial y el compromiso compartido de salvaguardar nuestro planeta para las generaciones futuras. Los gobiernos tendrán que aplicar normativas fundamentales para frenar el uso de plásticos, reforzar las infraestructuras de reciclado y exigir responsabilidades a las empresas por su impacto ambiental. Antes del INC-4, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) publicó un "borrador cero"[5] revisado en el que se esbozan posibles políticas y acciones que abarcan todas las facetas de la cadena de valor del plástico[6]. Sin embargo, persiste la discordia entre las delegaciones en cuanto al enfoque del tratado, ya que algunas abogan por medidas previas para reducir la producción, mientras que otras, principalmente países productores de combustibles fósiles dan prioridad a la gestión de residuos, debido a consideraciones económicas.
El sector de la inversión puede influir en los resultados del tratado a través de compromisos efectivos, tanto a nivel político como empresarial. Se calcula que las alternativas al plástico alcanzarán un tamaño de mercado de más de 9.000 millones de dólares en 2027, con una tasa de crecimiento anual del 16,8%.
Independientemente del contenido final del tratado, sus consecuencias serán profundas, sobre todo para el sector privado, ya que la mayoría de las actividades dependen en diversa medida de los plásticos. Un estudio reveló que más de la mitad de los artículos de plástico de un solo uso desechados en el mundo pueden atribuirse a las acciones de apenas 20 empresas, casi todas petroquímicas. A la espera de un tratado jurídicamente vinculante, es importante que las empresas asuman la responsabilidad de sus productos y lideren la lucha contra la contaminación. Para los fabricantes de plásticos, la adopción de alternativas sostenibles como los bioplásticos, derivados de recursos renovables, representa una vía prometedora para reducir la huella de carbono. Aunque actualmente representan menos del 1% de la producción de plásticos, los bioplásticos, una alternativa más ecológica, están preparados para un crecimiento significativo. Para las empresas orientadas al consumidor, rediseñar los productos para fomentar su reutilización podría reducir significativamente los residuos plásticos. Las investigaciones indican que un aumento del 10% en la reutilización podría reducir a la mitad la cantidad de plásticos que contaminan los océanos[9]. También corresponde a los consumidores adoptar el comportamiento adecuado y tomar las decisiones correctas. En el próximo 22 de abril, Día de la Tierra 2024, el lema "el planeta contra los plásticos"[10] nos recuerda que la sociedad en su conjunto puede contribuir a aportar soluciones a la contaminación por plásticos.
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